Un Beethoven arrebatador

Iván Martín conmemora con la Sociedad Filarmónica de Gijón el 250 aniversario del nacimiento de Beethoven                                                                                                                           

Ramón Avello

 

            El 16 de diciembre de 1770, en una buhardilla de la calle Bonngassse, de la ciudad de Bonn, “ni humilde ni elegante, ni espaciosa ni angosta” escribe Jan Swafford, autor del trabajo más completo sobre el genial compositor, nació Ludwid Van Beethoven. Ayer, doscientos cincuenta años después, el pianista y director Iván Martín celebraba con la Sociedad Filarmónica de Gijón, en el Teatro Jovellanos esta efeméride. Extraordinario concierto, con un programa centrado en dos de las más famosas sonatas de Beethoven. La “Sonata N.º8 en Do menor, Opus 13” titulada “La Patética”, y  la “Sonata N.º 23, en Fa menor, Op. 57”, conocida como “Appassionata”. Como en otras obras de Beethoven, los títulos de estas sonatas, por otra parte, bastante descriptivos del espíritu de las obras, no son del compositor, sino de los editores. Separando las sonatas de Betthoven, una selección de cuatro piezas –“Escena”, “La joven Julieta”, “Capuletos y Montescos” y Mercuccio”– del ballet de Prokofiev “Romeo y Julieta”, transcritas para piano por el propio compositor.

Iván Martín es un excelente comunicador, tanto con los dedos sobre el piano, como con la voz. Presentó las obras, lo que el público agradece especialmente al no poder repartirse en papel el programa de mano por las medidas de la pandemia, con apuntes precisos sobre las obras que interpretó. El pianista canario mostró su agradecimiento por “poder celebrar el cumpleaños de un músico de quien ya cuando era niño tenía su busto sobre el piano, un busto que es testigo de las horas y horas que dediqué a su obra”, comentó Martín, quien añadió que, con el tiempo, “yo sigo siendo un aprendiz mientras que el es cada vez más genial”.

Como pianista, Martín posee una concepción estructural y colorista de las sonatas de Beethoven, que subraya en todo momento cantos y contracantos, aportando una visión polifónica de las obras. Otra cualidad del pianista es el de los tiempos beethovenianos, algo más movidos y ligeros que los convencionales. A la “Patética” le dio un carácter emocional, exquisitamente cantado especialmente en el “Adagio cantábile”, además de fuerza –subrayando especialmente los graves– y tensión. La selección del ballet “Romeo y Julieta”, de Prokofiev, fue interpretada con vitalidad, densidad orquestal en las marchas de “Capuletos y Montescos” y un especial lirismo en la segunda escena de “La joven Julieta”.

Se ha definido a “La Appassionata” como un volcán contenido por bloques de granito. Rigor estructural por el que pequeños motivos, entre ellos el del Destino, de la “Quinta Sinfonía” organizan cada movimiento, generando drama y tensión, subrayado en una versión limpia, rica en matices y muy poética. Entre los aspectos más peculiares, el “Andante con moto”, un tema con variaciones que Martín, huyendo de versiones lentas, lo interpretó con un tiempo natural y establemente homogéneo, muy atractivo. Tras los aplausos, Martín interpretó como propina, el primer movimiento de la sonata “Claro de luna”. Una buena manera de terminar este concierto de aniversario.

 

(Publicado en “El Comercio” el 17 del diciembre de 2020)

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