Ensemble 4.70 interpreta para la Sociedad Filarmónica de Gijón obras de Debussy, Martinú y Reger

Ramón Avello

La flautista Paula García Cámara, la violinista Marina Gurdzhiya, el viola David Roldán y la arpista Miriam del Río son integrantes de Ensemble 4.70, el grupo musical que ayer, en el Teatro Jovellanos, ofreció para la Sociedad Filarmónica de Gijón un concierto dedicado a la música de la primera mitad del siglo XX. Ensemble 4.70 es un conjunto abierto a varios componentes y que lleva varios años organizando y desarrollando una estimable labor de divulgación musical en Gijón, como los “Conciertos de la plaza del Marqués” o las actividades radiofónicas en Radio Kras promovidas por Enrique Valcárcel. Ayer, presentados por Pachi Poncela, con su gracia y agudeza habituales, interpretaron un programa que yo no diría inusual, pero si poco transitado, formado por la “Serenata para flauta violín y viola, op.141” de Max Reger, los “Tres madrigales para violín y viola”, del compositor checo Bohuslav Martinú y la “Sonata N.º 2, para Flauta, viola y arpa” de Debussy. Fuera de programa se interpretaron el vals de “La historia de un soldado”, de Stravinski y la “Danza” de la “Suite Popular Española”, de Manuel Moreno Buendía.

Comenzó el concierto con la “Serenata N.º2 en Sol mayor”, de Reger, obra de una claridad armónica tonal, y espíritu melódico  romántico. Versión atractiva, bien conjuntada, quizá un poco lento el “larguetto” y muy bien cantada por la flauta.

Martinú consigue en “Tres madrigales para violín y viola, H.313” algo que salvo Mozart muy pocos compositores consiguieron: crear desde el dúo una sonoridad con la riqueza dialogante y conrapuntística no solamente de dos instrumentos, sino con sugerencias de cuarteto. David Roldán y Marina Gurdzhiya nos ofrecieron una versión tensa y expresionista, en el segundo de los madrigales y con rasgos rítmicos muy marcados, en el tercero.

A Debussy le encantaba jugar con la sonoridades diversas y poco convencionales. Entre sus sonatas la “N.º 2”, para arpa, flauta y viola”, es probablemente la que mejor refleja las cualidades estilísticas del Debussy tardío, caracterizado por esa mezcla de lirismo, sensualidad y un sutil sentido cíclico, con breves células recurrentes. Me dice un socio que esta obra se interpretó en la Filarmónica en 1933, con Nicanor Zabaleta en el arpa. Seguro que la versión que escuchamos ayer, no le fue a la zaga. Concierto muy aplaudido que nos hace ver que para escuchar y descubrir buenos intérpretes no hace falta buscarlos muy lejos. En Gijón se encuentran. 

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