Un barroco improvisado y ensoñador

El trío “Brezza Ensemble” presentó ayer en el Teatro Jovellanos, dentro de la Temporada de Conciertos de la Sociedad Filarmónica de Gijón,  “El Arte de Preludiar”, interpretación de obras barrocas en la que se entremezcla la fantasía y el oficio artesanal.

Ramón Avello

            Brezza Ensemble es un conjunto de cámara formado por Pablo Gigosos (traverso), Marina Cabello del Castillo (viola da gamba) y Teun Braken (clave). Estos tres músicos, formados en la prestigiosa “Schola Cantorum Basiliensis”, el gran centro suizo de la Música Antigua, crearon el “Brezza Ensemble” para volver a dar vida, de manera cercana y fiel al repertorio musical barroco de flauta con clave obligado y bajo continuo. Desde que en el año 2019 actuaron en el Festival de Música Antigua de Gijón, Brezza Ensemble ha conseguido significativos galardones como el “Premio Barrocos Bizarros”, en el Festival de Música Barroca Rivera Alta, en Navarra, o el Concurso de Música Antigua de Juventudes Musicales de España (Barcelona, 2021). Ayer, en el Teatro Jovellanos, interpretaron bajo el título “El arte de preludiar” un programa compuesto por obras barrocas de Benda, Jacques Morel, Quantz, Haendel, Francois de Couperin, Leclair, Abel y Rameu, compositores franceses y alemanes de los siglos XVII y XVIII.

            Los preludios eran inicialmente composiciones de carácter improvisado que los músicos ejecutaban como preparación previa a la obra que iban a interpretar. Una especie de “calentamiento musical”, unión de fantasía, pero también de oficio. Esta doble cualidad de libertad y oficio riguroso es el punto de partida de “El Arte de Preludiar” presentado por Brezza Ensemble. En la concepción del programa, dividido en “tres jornadas”, cada obra va precedida de un preludio improvisado y libre, ideado por los músicos de Brezza Ensemble. Se puede afirmar que casi el 30% de las obras interpretadas fueron ensoñaciones creadas por los propios instrumentistas. Entre estos preludios, resultó especialmente atractivo por su factura musical el que realizó el clavecinista Teun Braken como introducción a la “Sonata para flauta en mi menor HVW 375, Halle Sonate n.º2”, de Haendel.

            La sonoridad del Brezza Ensemble transmite serenidad. Se podría hablar de un barroco tranquilo, sereno, característico de la manera de interpretar en la escuela de Basilea, de un empaste muy equilibrado y sutil, pero al que a veces le falta un mayor contraste de tiempo y de dinámica, de fuerza. Del programa, destacaron la “Sarabanda” de “Les goûts réunis”, de Francois Couperin, interpretada a dúo por la flauta y la viola da gamba, la bellísima “Sonata en trío en sol mayor, WK 118” de C.F.Abel, con el clave como protagonista y las animadas piezas de Morel –“Défense de la base de viole”– y Rameu. Fuera de programa, Brezza Ensemble interpretó “El Tambourin”, de Rameau.

            En conclusión, un concierto balsámico como una “brisa fresca”, y aplaudido generosamente por el público de la Sociedad Filarmónica de Gijón.  

La belleza de los caminos menos transitados

Ensemble 4.70 interpreta para la Sociedad Filarmónica de Gijón obras de Debussy, Martinú y Reger

Ramón Avello

La flautista Paula García Cámara, la violinista Marina Gurdzhiya, el viola David Roldán y la arpista Miriam del Río son integrantes de Ensemble 4.70, el grupo musical que ayer, en el Teatro Jovellanos, ofreció para la Sociedad Filarmónica de Gijón un concierto dedicado a la música de la primera mitad del siglo XX. Ensemble 4.70 es un conjunto abierto a varios componentes y que lleva varios años organizando y desarrollando una estimable labor de divulgación musical en Gijón, como los “Conciertos de la plaza del Marqués” o las actividades radiofónicas en Radio Kras promovidas por Enrique Valcárcel. Ayer, presentados por Pachi Poncela, con su gracia y agudeza habituales, interpretaron un programa que yo no diría inusual, pero si poco transitado, formado por la “Serenata para flauta violín y viola, op.141” de Max Reger, los “Tres madrigales para violín y viola”, del compositor checo Bohuslav Martinú y la “Sonata N.º 2, para Flauta, viola y arpa” de Debussy. Fuera de programa se interpretaron el vals de “La historia de un soldado”, de Stravinski y la “Danza” de la “Suite Popular Española”, de Manuel Moreno Buendía.

Comenzó el concierto con la “Serenata N.º2 en Sol mayor”, de Reger, obra de una claridad armónica tonal, y espíritu melódico  romántico. Versión atractiva, bien conjuntada, quizá un poco lento el “larguetto” y muy bien cantada por la flauta.

Martinú consigue en “Tres madrigales para violín y viola, H.313” algo que salvo Mozart muy pocos compositores consiguieron: crear desde el dúo una sonoridad con la riqueza dialogante y conrapuntística no solamente de dos instrumentos, sino con sugerencias de cuarteto. David Roldán y Marina Gurdzhiya nos ofrecieron una versión tensa y expresionista, en el segundo de los madrigales y con rasgos rítmicos muy marcados, en el tercero.

A Debussy le encantaba jugar con la sonoridades diversas y poco convencionales. Entre sus sonatas la “N.º 2”, para arpa, flauta y viola”, es probablemente la que mejor refleja las cualidades estilísticas del Debussy tardío, caracterizado por esa mezcla de lirismo, sensualidad y un sutil sentido cíclico, con breves células recurrentes. Me dice un socio que esta obra se interpretó en la Filarmónica en 1933, con Nicanor Zabaleta en el arpa. Seguro que la versión que escuchamos ayer, no le fue a la zaga. Concierto muy aplaudido que nos hace ver que para escuchar y descubrir buenos intérpretes no hace falta buscarlos muy lejos. En Gijón se encuentran. 

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