Ambicioso repertorio del violinista Joaquín Torre y Vadim Gladkov, al piano, en el teatro Jovellanos

Mar Norlander – Musicóloga

Sabias y precisas fueron las palabras de David Roldán en su presentación del concierto organizado por la Sociedad Filarmónica de Gijón y patrocinado por la Fundación Alvargonzález. Roldán sustituyó a viva voz el programa de mano y las notas al programa habituales en los conciertos organizados por la entidad, recordando al público la disciplina “inhumana” que hace falta para mantener un buen nivel interpretativo y una “fe inquebrantable” en estos tiempos que vivimos, cuando no se sabe si estos músicos van a tener conciertos o van a ser cancelados de un día para otro por causa de la maldita pandemia. El violinista gijonés Joaquín Torre tuvo fe y acompañado por el pianista Vadim Gladkov  trabajaron duramente con disciplina para llevar al teatro Jovellanos un programa ambicioso y arriesgado.

 

La primera obra fue la Sonata nº 1 en sol menor, BWV 1001, de J.S.  Bach, una sonata escrita sin ningún acompañamiento, dejando al violín todo el protagonismo en manos de Torre, que sorteó los cuatro movimientos con alguna dificultad dada su juventud y con muchos aciertos. Si recordamos que Bach dominaba el violín con destreza y que compuso esta obra (junto con otras cinco del mismo formato) para el virtuoso violinista Johann Georg Pisendel, primera figura de la Orquesta de Dresde, la partitura no era fácil, más bien era endiablada.

 

Más lucida estuvo la interpretación de Torre con Beethoven y su  Sonata para piano y violín nº 1 en re mayor, op. 12 nº 1, la primera de las diez que compuso para esta formación y dedicada a Antonio Salieri.  Organizada en tres movimientos la partitura fluía en el “Allegro con brío” y destacaba el violín en el “Rondó” final.

 

 

El repertorio escogido por Joaquín Torre quiso explorar la mayor parte de las técnicas y las posibilidades del violín y en el segundo bloque abordó tres composiciones del siglo XIX y XX. De nuevo, Torre se enfrentó solo en el escenario a la primera de ellas, la “Sonata para violín solo op. 27 nº 3”  compuesta por el virtuoso violinista Eugène Auguste Ysaÿe y dedicada a George Enescu. Quizás, la más atractiva de las seis sonatas que compuso el violinista belga y un aliciente para el público por la interpretación solvente de Torre.

 

Volvió al escenario el pianista Vadim Gladkov para acompañar a Joaquín Torre en la segunda de las tres romanzas de Schumann y en la “Fantasía sobre la ópera Carmen” de un gigante del violín, el navarro Pablo de Sarasate. Magnífica la interpretación de Schumann por parte de los dos instrumentistas y especialmente bien ensamblada quedó la pieza de Sarasate, dando muestras de buen entendimiento entre piano y violín.  La segunda mitad de la “Fantasía” está construida sobre  la “Seguidilla” y el “Baile de Gitanos” de la ópera y mano a mano piano y violín lograron imprimir una fuerza magistral, provocando una gran ovación de todos los presentes.

 

Sin duda, Joaquín Torre tiene un gran futuro como violinista (tan solo tiene 20 años), por su disciplina y por su talento. Tan solo hacen falta oportunidades para que pueda desarrollar una brillante carrera y en esta ocasión la oportunidad fue gracias a la Fundación Juan Alvargonzález y la Sociedad Filarmónica de Gijón.

 

 

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