Cuarteto Enol: versatilidad y buen gusto

 Adolfo Rascón (violín), Cristina Gestido (viola), Teresa Valente Pereira (violonchelo) y Mario Bernardo (piano) 

Teatro Jovellanos,30  de octubre de 2019.
Publicado originalmente en La Nueva España.

Por Eduardo Viñuela

Crítica del concierto de la Sociedad Filarmónica de Gijón.

La Sociedad Filarmónica Gijonesa ha encontrado en los cuartetos un formato que se ajusta como un guante a su programación. En los últimos dos años han pasado por las tablas del teatro Jovellanos un buen número de estos ensambles, y el buen nivel de todos los recitales dan cuenta del buen momento que atraviesa la interpretación de música de cámara y demuestran una buena selección en la programación. El pasado miércoles fue el turno para una de las formaciones más recientes en el panorama musical asturiano; el Cuarteto Enol lleva apenas dos años en activo, pero está integrado por músicos solventes con una consolidada trayectoria. Adolfo Rascón (violín), Cristina Gestido (viola), Teresa Valente Pereira (violonchelo) y Mario Bernardo (piano) han unido talentos para emprender un proyecto con gran proyección de futuro que conquistó al público gijonés desde los primeros compases.

Fueron valientes, arrancando el concierto con el “Cuarteto con piano nº2 en Mib Mayor” de Dvorak, una obra que exige gran compenetración y obliga a los intérpretes a imprimir carácter a la ejecución desde el inicio. El “Allegro con fuoco” fue toda una carta de presentación en la que el cuarteto supo contrastar el ímpetu de los pasajes “saccade” con el lirismo de los diálogos más románticos. Reinó el equilibrio en todo momento, y el conjunto se mostró versátil para adaptarse al aire de cada movimiento, aletargando con dramatismo el largo y desplegando recursos expresivos en el allegro final. La ovación confirmaba que el público estaba entregado, pero aún quedaba mucha tela que cortar en la segunda parte.

Hacía años que no escuchábamos a Salvador Brotons en el Jovellanos, en el recuerdo queda el espectacular “Concierto para trombón” de la OSPA en 2013. Pero el Cuarteto Enol se encargó de volver a acercarnos la música de este compositor catalán con el “Cuarteto con piano op.48”. Es una pieza comedida de inicio, “sensible”, con cierto aire impresionista y un colorido tímbrico que obliga a los intérpretes a cuidar hasta el más mínimo detalle; también precisa complicidad entre los músicos, esa confianza necesaria para abordar la obra con el convencimiento de que nada ni nadie va a fallar. Con esa seguridad la pieza avanzó hacia pasajes de textura más densa con fraseos largos en los que los temas fueron desdibujándose. Las cuerdas dieron en el clavo con la atmósfera sombría e inquietante del adagio y terminaron, de nuevo, por todo lo alto en el allegro.

Para rematar, el “Cuarteto con piano en La menor op.67” de Joaquín Turina. Una obra más fácil de escuchar, con líneas temáticas bien definidas y de marcado carácter español, pero no exenta de complejidades a la hora de mantener el tono y la tensión de la pieza o crear detalles como los pianísimos en la cuerda, los trinos del piano o el control del vibrato en los ataques del tema. Quizás faltó algo más de contundencia y definición en los acentos del último movimiento, pero el catálogo de recursos desplegado fue para quitarse el sombrero. Y así lo hizo el respetable, con una ovación prolongada que valió una propina.

 


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