Respirar y tocar de acuerdo

Crítica del concierto del Cuarteto di Cremona.  

Teatro Jovellanos, 10 de abril de 2019

Por Ramón Avello

Crónica del Concierto de la Filarmónica Gijonesa.

El Cuarteto de Cremona recibe bravos y aplausos en el Teatro Jovellanos | Interpretaron en Gijón excepcionales versiones de Beethoven, Webern y Respighi, con Mozart como espectacular propina.

Los violinistas Cristiano Gualco y Paolo Andreoli, el violista Simone Gramaglia y el violonchelista Giovanni Scaglioni, el Cuarteto de Cremona, mas que tocar, viven y respiran juntos. Fundado en el 2000, su vinculación con la ciudad de los grandes lutieres italianos no solo está en el nombre, sino también en los instrumentos con los que interpretan y viven la música. Se considera que el este cuarteto es el heredero del Cuarteto Italiano, y de hecho su grabación integral de los cuartetos de Beethoven, editados por Audite, son una referencia absoluta de la música de cámara beethoveniana.

Ayer, dentro de la temporada de la Sociedad Filarmónica de Gijón, que cuenta con el apoyo del Aula de Cultura de EL COMERCIO, escuchamos en el Jovellanos un conjunto que aúna rigor interpretativo, equilibrio sonoro y perfección técnica, al que se suma ese no sé qué emocional de las versiones vivas. La colocación del cuarteto es muy singular, en semicírcullo, con los violinistas y el violista colocados de pie, y el violonchelista, sentado, para no perder altura se sitúa sobre una pequeña tarima.

Comenzó el concierto con ‘Langsamer Satz’, o ‘movimiento lento’, obra de juventud de Anton Webern. Es una obra expresiva, romántica,que recuerda al mundo de Brahms, pero con una polifonía interna de las cuatro voces. Todos cantan con un equilibrio absoluto y con una expresión apasionada.

El ‘Cuarteto en Re mayor’ de Ottorino Respighi es una obra muy poco conocida. Tiene aspectos muy italianos que recuerdan un poco a Puccini, un carácter cíclico, por lo que los temas retornan de un movimiento a otro. Gustó mucho el tema con variaciones. En la segunda parte interpretaron el ‘Cuarteto n.º 12 en Mi bemol mayor’, de Beethoven. Una versión absoluta de un lirismo muy ‘cantabile’ y con una sutileza de matices contrastantes, heroicos y exquisitos. El momento más sublime fue el adaggio, especialmente la tercera variación. Un tiempo lento, de una melodía que recuerda un poco al tercer movimiento de la novena de Beethoven, que sin duda es una de las melodías más intensas del compositor. Hubo bravos y aplausos de un público encantado, que los músicos agradecieron con una extensa, intensa y generosa propina: el adaggio del ‘Cuarteto nº 20 en Re mayor’ de Mozart. Todo un diálogo exquisito entre el primer violín y el violonchelo, sostenidos por el segundo violín y la viola. Entre los que aplaudían, alumnos del Colegio Montedeva de Gijón, que tuvieron un comportamiento impecable.

 

 

Joven pero sobradamente preparado

Crítica del concierto del violonchelista Alejandro Gómez, ganador del Primer Premio del concurso Villa de Jovellanos.

Teatro Jovellanos, 10 de abril de 2019

Por Mar Norlander

Crítica del Concierto de la Filarmónica Gijonesa.

Una gran  carrera musical como intérprete solista es lo que le espera a Alejandro Gómez Pareja de la mano de su violonchelo. Su actuación en el teatro Jovellanos, invitado por la Sociedad Filarmónica de Gijón -dentro del “Ciclo Jóvenes Intérpretes” de la Fundación Alvargonzález-, dejó al público sorprendido, primero por su gran interpretación de obras muy osadas y segundo por su juventud. Con su expresividad y gestualidad llenaba el escenario, y captaba las miradas de todos. Visto de cerca sorprendía su cara de niño: tan sólo tiene diecisiete años. “¡Tan joven y con tanto talento!”, fue la frase más escuchada al finalizar el concierto.   

La “Sonata para violonchelo y piano Op. 5 nº 2 en Sol menor” le supuso a Beethoven una caja llena de luises de oro de parte del rey Federico Guillermo II de Prusia para quien fue compuesta y, según nos cuenta la musicóloga Carla Miranda en las notas al programa, Beethoven decía que no era un regalo cualquiera, sino el mismo que se les hacía a los embajadores. Una gran obra dividida en tres movimientos en la que destaca la interpretación del “Allegro molto piú tosto presto”. El chelista estaba acompañado por la pianista Rosalía Pareja Flores cuya limpieza y claridad en la ejecución de toda la obra es muy destacable, si bien se mantuvo en segundo plano para no robarle protagonismo a su hijo.

 

En la “Introducción, tema y variaciones Op. 82 nº 2” fue, quizás, donde más se evidenció la  juventud del chelista al atravesar las endiabladas ornamentaciones de las variaciones con alguna dificultad en la afinación. Quizás requiera algunos años más para lucir esta obra  de Franz Schubert.

 

La “Sonata para violonchelo y piano nº 1, Op. 38 en Mi menor” de Brahms bebe de muchas influencias y estilos compositivos anteriores, principalmente de Bach y Mozart. Una obra de gran dificultad por la expresividad y el dramatismo que emana en algunos pasajes. Destaca la compenetración del dúo que se intercambiaban frases con gran empaste. Gómez Pareja brilló en la interpretación y levantó una gran ovación entre los presentes. Como propina la “Danza de Fuego” del “Amor Brujo” de Manuel de Falla. Fantástica.

 

Sin duda, el ganador del primer premio del XX concurso “Villa de Llanes” del 2018, es un joven talento que ha estudiado mucho, que vive la música con intensidad y entusiasmo y lo transmite en el escenario. Buen futuro en la música clásica le espera a este joven madrileño.

 

Entusiasmo y vigor juvenil

Crítica del concierto de Alejandro Gómez, ganador del XX concurso «Villa de Llanes 

Teatro Jovellanos, 10 de abril de 2019

Por Ramón Avello

Crónica del Concierto de la Filarmónica Gijonesa.

Alejandro Gómez y Rosalía Pareja ofrecen un aplaudido concierto en el Teatro Jovellanos de la mano de la Sociedad Filarmónica

La promoción y el apoyo de los jóvenes intérpretes constituye una de las misiones de la Sociedad Filarmónica de Gijón. Para ello, con el patrocinio de la Fundación Alvargonzález y la colaboración del Aula de Cultura de EL COMERCIO, organiza todos los años algunos conciertos protagonizados por estos músicos que están dando los primeros pasos de lo que promete ser una sólida carrera musical. Una de estas jóvenes promesas es el violonchelista Alejandro Gómez Pareja. Nacido en el 2002 en Madrid ha obtenido galardones como el Primer Premio ex aequo en el Mundi Talent Awards celebrado en Málaga (2018) y el Primer Premio en el XX Concurso Villa de Llanes del pasado año.

Ayer, acompañado por la pianista Rosalía Pareja Flores, Alejandro ofreció en el Teatro Jovellanos un programa exigente en el que se interpretó la ‘Sonata para violonchelo y piano op. 5 nº 2 en sol menor’, de Beethoven; ‘Introducción, tema y variaciones op.82’, de Schubert, composición original para piano a cuatro manos, transcrita para violonchelo y piano por Piatigorsky y, en la segunda parte, la ‘Sonata para violonchelo y piano op. 38, en mi menor’, de Brahms.

Alejandro Gómez Pareja transmite entusiasmo y pasión juvenil. Frasea con un ‘cantábile’, extenso, amplio y muy comunicativo. Su versión de Beethoven tuvo potencia, no exenta de cierto intimismo. Respecto a Schubert, lució, especialmente en las variaciones rápidas, un virtuosismo muy seguro. Finalmente, a Brahms lo interpretó con una gran solidez estructural, muy intenso y exquisitamente compenetrado. Tal vez la pianista, que es la madre del violonchelista, para no robar protagonismo a su hijo, estuvo siempre en unas intensidades medias cuando la obra exige a veces un poco más de potencia. Tras las aplausos, el dúo interpretó la ‘Danza de fuego’ del ‘Amor brujo’ de Falla, todo un canto al ritmo y a la pasión. Sin duda, Alejandro Gómez Pareja no es una promesa sino un violonchelista maduro y con un futuro prometedor.

 

 

Casi una auténtica «schubertiada»

Crítica del concierto del Trío Wandereren el teatro Jovellanos, interpretando los dos tríos de Franz Schubert

Teatro Jovellanos, 20 de marzo de 2019

Por Mar Norlander

Crítica del Concierto de la Filarmónica Gijonesa.

La Sociedad Filarmónica de Gijón ha contado con uno de los conjuntos de música de cámara más destacados de la actualidad para esta temporada: el “Trío Wanderer”, -”errante” en español-, un nombre que apunta una declaración de intenciones respecto al repertorio que abordan. En esta ocasión se interpretaron los dos tríos de Franz Schubert compuestos entre 1827 y 1828, época marcada por la muerte de Beethoven a quien Schubert profesaba una gran admiración. El “Trío en Si b mayor, Op. 99” y el “Trío en Mi b mayor, Op. 100”, son dos obras de belleza radiante y difícil ejecución por la gran cantidad de matices y expresividad que requieren.  Jean-Marc Phillips-Varjabédian (violín), Raphael Pidoux (violonchelo) y Vincent Coq (piano), demostraron su solvencia en la interpretación de forma magistral. Los tres franceses son un referente mundial y han ganado premios de gran prestigio a lo largo de su dilatada trayectoria, entre ellos han sido nombrados “Caballeros de la Orden de las Artes y Letras” de Francia.

 

El “Trío en Si bemol”  abrió el concierto con una interpretación destacada por la claridad de su discurso y por el conocimiento de la obra del compositor que demostraron los “Wanderer”, sin caer en la tentación de acometer las partes más efusivas con grandilocuencias.  El animado “Allegro” dio paso al “Andante”, un movimiento irregular que comienza con un vals tranquilo para luego desplegar toda su magnitud de manera grandiosa hasta volver a replegarse en un lirismo sutil. El “Scherzo”, de carácter contrapuntístico fue interpretado con gran definición.

 

Tras la pausa sonó el esperado “Trío en Mi b mayor, Op. 100”, una obra de belleza melódica desbordante que alcanzó un gran éxito en vida de Schubert -algunos expertos apuntan que fue la única que tuvo éxito-.  El equilibrio entre los tres instrumentos es una de las características más significativas de las dos composiciones de Franz Schubert y especialmente en este famosa obra, cuyo segundo movimiento ha sido utilizado por numerosas bandas sonoras, entre ellas en el espectacular film de Stanley Kubrick “Barry Lyndon” . Según las notas al programa realizadas por la musicóloga Andrea García Alcantarilla, Schubert basó este tema en una antigua canción popular sueca titulada “Se solen sjunker” (El sol se ha puesto).

 

El virtuosismo del último movimiento ejecutado con precisión y gran sonoridad desató largos aplausos que el “Trío Wanderer” agradeció con la propina “Nocturno para trío”, compuesto por Schubert un mes antes de morir. La rigidez de las butacas del teatro Jovellanos y la falta de viandas,  impidieron que la velada en una auténtica “schubertiada”. Lo más importante estaba: música compuesta por Schubert e interpretada por grandes músicos como son el “Trío Wanderer” y un público entendido y dispuesto a disfrutar.

 

 

Diálogos infinitos en Gijón

Crítica del concierto del Trío Wanderer y los cuartetos de Schubert

Teatro Jovellanos, 20 de marzo de 2019

Por Ramón Avello

Crónica del Concierto de la Filarmónica Gijonesa.

El Trío Wanderer ofreció un ramillete de excelentes obras de Schubert para la Filarmónica en el Teatro Jovellanos

Uno de los términos que más se asocia con Schubert y que mejor califica el espíritu de su música es la palabra alemana ‘wanderer’, que significa viajero, errante, vagabundo. En homenaje al compositor vienés, el trío francés formado en 1987 por el violinista Jean-Marc Phillips-Varjabédian, el violonchelista Raphaël Pidoux y el pianista Vincen Coq se llamó el Trío Wanderer, hoy un conjunto de referencia absoluta en la música de cámara, tanto por sus grabaciones discográficas, en las que figuran los tríos de Schubert para ‘Harmonía Mundi’, como por sus recitales. Ayer, en un concierto organizado por la Sociedad Filarmónica de Gijón en colaboración con el Aula de Cultura de EL COMERCIO y la Fundación Alvargonzález, este conjunto interpretó en el Teatro Jovellanos los dos grandes tríos de Schubert: el ‘Trío número 1 en si bemol mayor’, op. 99 y el ‘Trío número 2, en mi bemol mayor’, op. 100.

La obra de madurez de Schubert, especialmente la escrita en los dos últimos años de su corta vida -murió a los veintinueve años- es como un paisaje diverso con diferentes atmósferas y muchos personajes, pero con un fondo emocional común. Esa riqueza afectiva es la que sabido transmitir el Trío Wanderer en versiones tensas, poéticas y emotivas. La primera cualidad es el sentido del diálogo a tres, diálogos contínuos y entre tres sonoridades de igual importancia. El tiempo lo llevan con mucha fluidez, con pausas y con tendencia a retrasar, pero nunca se hace pesado, sino íntimo. En cuanto a las dinámicas, es un trío de sutilezas a veces demasiado contenidas (demasiada finura), especialmente en la primera parte, el ‘Trío en si bemol’. En la segunda parte la versión tuvo mayor relieve dinámico.

Los dos tríos son muy próximos en el tiempo y poseen similar estructura en cuatro movimientos. Schumann, uno de los primeros admiradores de estos tríos, comentó que el primero era lírico y estático, mientras que el segundo poseía mayor tensión y dramatismo. Es una apreciación relativa. Lo que sí resulta indudable es la asociación de algunos de estos movimientos, con el mundo de la canción en Schubert, especialmente con ‘El viaje de invierno’ en el segundo trío. Lo más relevante fue el segundo movimiento andante con moto del ‘Trío en mi bemol’, en el que por desgracia sonaron dos móviles, y la propina final: ‘El adaggio’ o ‘Nocturno para trío’ compuesto por Schubert un mes antes de su muerte, sin duda la propina más hermosa que hemos escuchado en mucho tiempo.

 

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