Atípica música de cámara

Crítica del concierto de Motus Ensemble con la colaboración de David Roldán y María Díaz-Caneja  en el teatro Jovellanos, organizado por la Sociedad Filarmónica de Gijón.

Teatro Jovellanos, 6 de febrero de 2019

Por Mar Norlander

Crítica del Concierto de la Filarmónica Gijonesa.

La Sociedad Filarmónica de Gijón, en su afán de crecer e innovar, rompe moldes con el concierto presentado en el teatro Jovellanos al ofrecer sonoridades alejadas del romanticismo o del clasicismo. El “Cuarteto para el fin del tiempo” del francés Olivier Messiaen y la “Obertura sobre temas hebreos” de Serguei Prokófiev eran las piezas seleccionadas por el atípico cuarteto “Motus Ensemble”, una formación vinculada a la Orquesta Sinfónica de Bilbao que se caracteriza por abordar un repertorio innovador con una ejecución impecable.   

Abrió el concierto la breve Obertura de Prokofiev escrita en 1919 para seis instrumentos,  y para su interpretación se contó con la colaboración de María Díaz-Caneja (violín) y David Roldán (viola), sumándose así al cuarteto “Motus Ensensble” formado por el clarinetista Carlos García Sanz, el violonchelista Javier Martínez Campos, la violinista Giulia Brinkmeier y el pianista Julián Ramos. La obra tiene una estructura convencional y fusiona sonoridades neoclásicas con música “klezmer” (música popular del pueblo judío). Presenta un buen equilibrio entre los distintos instrumentos  y fue puntillosamente bien ejecutada por todos los intérpretes. Esta obra es de gran belleza y el problema que tiene es que siempre se hace demasiado corta.

No hay duda de que Olivier Messiaen es uno de los compositores más importantes del siglo XX y muy avanzado para su tiempo. En su búsqueda de ruptura con las tradiciones musicales, compone -durante su encarcelamiento en un campo de prisioneros nazis- el “Cuarteto para el fin del tiempo”, cargado de una gran riqueza rítmica (muchos fragmentos se pueden leer a modo de palíndromo) y una búsqueda de timbres que la convierten en una obra única y pionera. La composición se inspira en el “Apocalipsis” de San Juan (Messiaen era un devoto religioso) y se divide en ocho movimientos, dos de ellos  compuestos con anterioridad para un instrumento electrónico casi extinto, llamado “Ondas Martenot”, y el resto de movimientos compuesto para los instrumentistas con los que contaba en el propio campo de prisioneros, violín, violonchelo, clarinete y él mismo al piano. Utiliza escalas simétricas y armonías tradicionales que sostienen unos perfiles melódicos no clásicos de inspiración en el folklore oriental y, en ocasiones, difíciles de digerir. También incluye trinos y gorjeos que imitan el canto de los pájaros, una de las grandes pasiones de Messiaen. Partiendo de estas premisas podemos entender que la obra es de muy difícil ejecución: hay que ser un gran instrumentista y además contar con muchos ensayos para poder llegar a empastar todas las voces. “Motus Ensemble” demostró que es una formación muy sólida interpretando esta obra de forma magistral.

Encontrar la “Obertura” de Prokofiev y, sobre todo, el “Cuarteto para el fin del tiempo” en la programación de una ciudad periférica y pequeña como Gijón no deja de ser un rara avis, Por ello el concierto del teatro Jovellanos se convirtió en un lujo para los espectadores asistentes que lo han sabido apreciar. La ovación fue prolongada.

 

 

Entre la naturaleza y la eternidad

Crítica del concierto de Motus Ensemble, con la colaboración de David Roldán  y María Díaz-Caneja.

Teatro Jovellanos, 6 de febrero de 2019

Por Ramón Avello

Crónica del Concierto de la Filarmónica Gijonesa.

Excelente recital del Motus Ensemble, que se lleva los aplausos del JovellanosLa ‘Obertura sobre temas judíos’ de Prokofiev precedió a una gran interpretación de ‘El cuarteto para el final del tiempo’, de Messiaen.

Motus Ensemble es un grupo de cámara vinculado la Orquesta Sinfónica de Bilbao (BOS). Posee una plantilla de instrumentistas abierta, lo que permite a este conjunto abordar un repertorio poco frecuente. Ayer, dentro de la Temporada de la Sociedad Filarmónica de Gijón, Motus Ensemble, formado por el pianista Julián Ramos, el clarinetista Carlos García Sanz, el violonchelista Javier Martínez Campos y la violinista Giulia Brinkmeier, interpretó, el ‘Cuarteto para el final del tiempo’, de Olivier Messiaen, considerada la obra maestra de la música de cámara francesa del siglo XX. El cuarteto de Messiaen estuvo precedido por el sexteto ‘Obertura sobre temas judíos’, de Prokofiev, obra que contó con la colaboración de dos músicos asturianos, el violista David Roldán, y la joven violinista gijonesa María Díaz-Caneja Angulo, que también toca en la orquesta vasca.

La ‘Obertura sobre temas judíos’ es una obra de circunstancia, escrita para cuarteto de cuerdas, piano y clarinete. Esta era la plantilla de un grupo de músicos judíos de origen ruso, compañeros de Prokofiev en el Conservatorio de San Petesburgo, exiliados tras la Revolución Soviética en Nueva York. La obra se estructura sobre dos cantos tradicionales hebreos, el primero una danza, introducida por el clarinete; el segundo una melodía presentada por el violonchelo. En esta tema emocional nos hemos dado cuenta de la calidad de Martínez Campos, alma del Modus Ensemble en este concierto. Fue una versión muy atractiva, muy movida, con esa mezcla del deje popular hebreo, la ironía propia de Prokofiev y una concepción estructural muy clásica, cercana a la forma sonata.

Sobre una cita del ‘Apocalipsis’ de San Juan -«Ya no habrá tiempo, pero el día de la trompeta del séptimo ángel el misterio de Dios se consumará» – compuso Messiaen, en 1941, estando prisionero por los alemanes en un campo de concentración de Silesia, el «Cuarteto para el fin del tiempo». Pese a las tremendas circunstancias, la obra huye del expresionismo, para adentrarse en una sonoridad austera, casi inmaterial, de ritmos abiertos, una ubicuidad armónica «pantonalista, y constantes simbolismos poéticos y religiosos. Algunos pasajes, encomendados especialmente al clarinete, evocan lo que se denominó el «estilo pájaro», imitación del canto de los pájaros, en los que Messiaen percibía el eco de la presencia divina en la naturaleza. La versión ha sido muy rica en matices, dinámicas y sobre todo contrastes. Por ejemplo, movimientos polifónicos como el primero que mostraron, frente a una única melodía que cantan todos los instrumentos en diferentes octavas. Y sobre todo, el contraste entre el ritmo y un sentido de la quietud, de alargamiento de las frases para crear un efecto de eternidad. Las joyas de esta versión han sido tres: el solo de clarinete ‘Abismo de pájaros’, tercer movimiento; la ‘Alabanza a la eternidad de Jesús’, concebida como un canto mantenido del violonchelo acompañado de notas arracimadas por el piano. Finalmente, la compleja estructura del séptimo movimiento, ‘Registros de arco iris para el ángel que anuncia el final de los tiempos’.

Este concierto y esta última obra presentaban un cierto riesgo ya que, muchas veces, la música del siglo XX no es bien recibida por un público más familiarizado con el clasicismo y el romanticismo. Sin embargo, los numerosos aplausos escuchados ayer, invitan a pensar que la programación de una de las grandes obras del siglo pasado, con estos intérpretes ante la partitura, ha sido todo un acierto. El recital contó con el apoyo de la Fundación Alvargonzález, como cuenta la programación de la Sociedad Filarmóncia con el del Aula de Cultura de EL COMERCIO.

 

 

 

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