Crítica del concierto del pianista Juan Pérez Floristán.

Teatro Jovellanos, 3 de octubre de 2018

Por Ramón Avello

Crítica del Concierto de la Filarmónica Gijonesa.

Juan Pérez Floristán es un pianista que además de una técnica y una destreza colosal posee como mayor atractivo ese raro ‘no sé qué’ tan personal y encantador. Cercanía comunicativa, claridad en el canto, fantasía sonora, riqueza en los matices, hondura e interiorización expresiva y un sentido extremado del color son algunas de esas cualidades que hacen de él un músico extraordinario. Primer premio del Concurso Internacional de Piano Paloma O’Shea de Santander -solamente hay, además de él, otro pianista español que obtuvo este galardón, Josep Colom- a sus veinticinco años Floristán es, sin ser personalmente nada encumbrado, un pianista en la cumbre. Ayer, en el Teatro Jovellanos, Floristán inauguró la CXI temporada de la Sociedad Filarmónica de Gijón con un recital memorable en el que interpretó la ‘Musica ricercata’ de Ligeti, la sonata ‘Appasionata’, de Beethoven y los ‘Cuadros de una exposición’, de Mussorgsky. Bastante público se acercó al concierto, con presencia de jóvenes de los conservatorios de Oviedo y Gijón. Floristán se dirigió con muchísima cordialidad al público, introdujo las obras con unas explicaciones amenas y muy claras, y se mostró siempre muy cercano y con una gran cordialidad.

La palabra ‘ricercare’ además de designar una forma musical imitativa, significa en italiano buscar. Las once breves piezas de su ‘Música ricercata’ son como pequeños microcosmos sonoros. Ligeti parte de limitaciones autoimpuestas, algunas muy severas. Por ejemplo, una misma nota repetida en la primera pieza, o tres notas en la segunda, conocida por los cinéfilos por su utilización en ‘Eyes Wide Shut’, la película de Kubrick sobre las aburridas excursiones eróticas de Tom Cruise y Nicole Kidman. Así, se va adentrando en un mundo sugerente con referencias a la música húngara, los cantos infantiles y a Bartok. Fueron versiones muy reconcentradas, pero también con cierto sentido lúdico, goce de interpretar estas obras, casi todas nuevas para el público.

Continuó el recital con la la ‘Appasionata’, de Beethoven, en una interpretación muy floristaniana. Nos referimos con este término a una versión de una sólida estructura, muy rica en matices y, sobre todo, con grandes relieves expresivos. Fue un Beethoven lleno de fantasía y muy comunicativo.

En la segunda parte, Floristán ofreció una versión fascinante de los ‘Cuadros de una exposición’, de Mussorgski. Por supuesto, la técnica y el virtuosismo estaban siempre presentes, pero más impactante fue el sentido del color, las variaciones internas de tiempo manifestadas sobre todo por las diferencias interpretativas del ‘promenade’ y también un sentido a veces dramático, como en ‘Catacumbas’. El estallido final de ‘La gran puerta de Kiev’ fue como una explosión de fuegos artificiales, llegando a intensidades fortísimas al límite de lo que un piano puede resistir. Tras los prolongados aplusos dejó como propina la ‘Tercera danza argentina’, de Ginastera. Floristán, que se ha ganado con su simpatía al público, ofreció ayer la mejor inauguración de una temporada prometedora.

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