África inspira a occidente. 

Teatro Jovellanos, 13  de diciembre de 2017
Publicado originalmente en La Nueva España.

Por Eduardo Viñuela

Crítica del concierto de la Sociedad Filarmónica de Gijón.

Es difícil catalogar el evento como un concierto; todo giró en torno a la música,  pero el material que los artistas traían entre manos no era fácil de manejar ni de conjugar sin explicarlo de forma correcta. «África inspira a Occidente» es un proyecto con clara vocación didáctica que persigue instruir al público occidental en los rudimentos básicos de la música del África subsahariana. Para ello, el musicólogo Polo Vallejo ejerció de maestro de ceremonias, y recurrió a partituras, esquemas, vídeos, fotos y todo tipo de materiales para explicar de forma clara algunas de las características de la música africana y su correlato con composiciones europeas contemporáneas, en especial con las obras de Ligeti y algunas compuestas por él mismo.

Sin duda, la cita despertó una gran expectación, y el patio de butacas volvió a presentar una buena entrada, como viene siendo habitual en esta temporada de la Sociedad Filarmónica de Gijón. Tanto el formato como el repertorio fueron novedosos, y quienes asistieron y prestaron atención, sin duda salieron del teatro algo más sabios, o al menos con la certeza de lo poco que sabemos sobre las músicas que se hacen en otras latitudes.

El concierto se estructuró en tres bloques. Empezó abordando el ritmo de la música africana, el verdadero motor del fluir musical. Pulsos, periodos, acentuaciones…fueron sólo algunos de los parámetros que sirvieron para explicar una concepción compleja del ritmo, poniendo el acento en la polirritmia y en la articulación de sistemas métricos difíciles de seguir para el oído europeo. El segundo bloque fue para la melodía, con especial atención a la vocal por su relación con la prosodia de las lenguas africanas. La música es muchas veces un vehículo de transmisión oral y la existencia de lenguas politonales estrecha el vínculo entre música y lenguaje. Por último, se destacaron las estructuras rítmicas y melódicas que subyacen en la compleja arquitectura de polifonías y polirritmias que abundan en muchas piezas.

En cada sección sonaban ejemplos africanos y europeos que mantenían una coherencia formal. No hubo diálogo simultáneo de ambas tradiciones, no se trataba de adentrarse en un forzado experimento de fusión, sino de acercar la concepción formal de la música africana al público. Sin embargo, lo que parece afirmar el título del evento es bastante más arriesgado; no solo porque abunda en una visión dicotómica y orientalista de la música sino también porque no queda claro hasta qué punto es sostenible la relación efectiva entre la música africana y las obras contemporáneas de Ligeti, más allá de los discursos de la historiografía de la música de vanguardia. Por más que algunos parámetros musicales africanos se vieran replicados en las obras de Ligeti, su concepción y su planteamiento estético era muy distinto al de la música africana. Todo parece sugerir que algunos géneros de las músicas populares urbanas podrían maridar mejor con el tratamiento estético que caracteriza a la música subsahariana. Más allá de estas cuestiones, el concierto fue un éxito, y el Teatro Jovellanos agradeció con una merecida ovación final esta iniciativa.

 

 


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